Hoy recibí dos libros de Jesús Munárriz. Hacía meses o años que se los venía pidiendo (rogando, diría), porque su poesía no se encuentra por este pedacito de cielo llamado Uruguay, más precisamente, Montevideo.

Menuda tarea se ha puesto al hombro este poeta nacido en  San Sebastián, en 1940.

Hasta hoy, desconocía el rostro de este hombre de 69 años, que escribe con la frescura de un muchacho de 25.

Jesús Munárriz, además de poeta, es el editor de la prestigiosa editorial Hiperión, la cual lleva adelante desde hace 34 años, con el mismo espíritu y rigor como cuando comenzó.

Gracias a su empecinado esfuerzo, podemos disfrutar de libros como: “Poesías completas”, de Constantino Kavafis; “Poemas de la Locura”, de Hölderlin; “La musa de los muchachos, de Stratón De Sardes; “Poesía expresionista alemana (Stadler-Trakl-Heym; “poemas” de Ben Sahl de Sevilla, y la lista es inmensa, rigurosísima, incomparable.

Cosa curiosa dedicarse la vida a hacerle los días mejores a los demás; vestirles el alma a los hombres, meterles en un bolsillo del abrigo a Rimbaud, a Marin Sorescu, a Paul Celan, y convencerlos además que vale la pena.

Curiosa manera de pagarle a Dios, por su cuota de talento: Munárriz a cambio, recibe a diario el soplo de la inspiración. No está nada mal.

Ahora y gracias a su generosidad, tengo sobre mi mesa de trabajo dos estupendos libros suyos “Peaje para el alba”, una antología que abarca los años 1972-2000; y el libro “Rojo fuego nocturno”, nuevito, publicado en la Primavera del 2009, todavía con olor a tinta fresca.

Y mi alegría va más allá de un paquete, la visita del cartero, o la inesperada sorpresa de un obsequio: es tener la certeza que Munárriz seguirá velando por todos nosotros, que mientras dormimos, vamos al mercado, entramos a un cine, aguardamos bajo el toldo de un comercio que se detenga el chaparrón de agua que nos mandó el cielo, este magnífico Poeta y Editor, seguirá anotando  en su Agenda Celeste, los próximos títulos que nos abrigarán el alma, cada vez que el frío de la vida nos sorprenda a la intemperie y sin bufanda.

Curiosa manera de brindar por el prójimo. Y Jesús Munárriz, desde hace 34 años, lo hace estupendamente.