Publicaciones
Críticas sobre "Lugar de las utopías"
Hugo Acevedo /
Diario La República / 23 de diciembre 2007
La poesía es, sin dudas, el lenguaje literario más explícito y revelador de las más diversas facetas y claroscuros de la condición humana. Sometido permanentemente al desafío de trascender y derrotar a la indiferencia en una sociedad terriblemente frivolizada, este género sobrevive contemporáneamente como un renovado aliento de vida.
Suele afirmarse que la poesía no vende porque no se vende. Este juego de palabras interpreta los rasgos más despiadados de un tiempo histórico autoritariamente gobernado por las fuerzas del mercado.
En medio de este mar de contradicciones y discursos instantáneos de fácil digestión, la sensibilidad está desarrollando su batalla más crucial de todos los tiempos. El desafío, obviamente, es perdurar.
Felizmente, esta posmodernidad vacía de toda identidad no ha logrado abolir el incesante milagro de la creación. Pese a la deliberada indiferencia de los mercaderes que pretenden transformar a la cultura en un mero concepto insustancial, la poesía uruguaya emerge como una suerte de vigorosa avalancha en medio de tanta insensibilidad. Ello corrobora el estrepitoso fracaso de los detentadores del oligopolio editorial, quienes suelen devaluar a la literatura con subproductos indigeribles e ignoran la calidad.
Jorge Palma es, sin dudas, uno de los más importantes exponentes del género poético de la producción nacional. En el decurso de su ya extensa trayectoria, este autor ha logrado reposicionar a la poesía como una potente voz de la creación artística vernácula. En "Lugar de las utopías", Palma corrobora su fina sensibilidad para recrear las diversas estaciones de la emoción humana, enfrentada a la imperiosa emergencia de sentir.
Este libro invoca los temas más recurrentes de la obra del autor, que nuevamente se asoma a la historia, las contradicciones del presente, la violencia, la fragilidad del amor, los grandes triunfos y derrotas y las miserias. Esta poesía resistente de explícita vocación humanista, trasunta nuestras comunes incertidumbres y perplejidades, en un itinerario que a menudo asume un trazo deliberadamente crítico. Sin embargo, ese verso desencantado no deviene inexorablemente en derrota, sino en aliento redentor de la esperanza y exhumación de la utopía.
Este nuevo libro demuestra que Jorge Palma mantiene enhiesto su compromiso de transformar a su creación en materia de reflexión.
Altos andamios de la poesía / Gustavo Esmoris /
Voces del Frente / Jueves 4 de setiembre de 2008
Muchas veces, dentro de ciertas generalizaciones impuestas, la poesía suele verse asociada, monolíticamente, a un estado de ánimo
destructivo y oscuro, planificador de tristezas, lejano a toda posibilidad esperanzadora. En el autor uruguayo Jorge Palma, se puede encontrar
la más absoluta refutación a este equívoco tan difundido. Con un extraordinario
optimismo, expresado
muchas veces desde las palabras que otros desprecian, Palma va tejiendo
una lírica de gran vuelo, donde un sencillo andamio constantemente
revisitado se transforma en
el lugar ideal para esta poesía de
ida y vuelta, en tránsito entre cielo
y tierra. Desde la sencillez de lo
complejo, en sintonía con su vasta
obra anterior, “Lugar de las utopías”,
su último y reciente libro, se interna
como nunca en el universo personal
del poeta, hasta hallar “un caminito
en el cielo/ una coartada/ en el
día manso o crepuscular”, capaz de
instalarse entre los sólidos pasos y
las proyectadas alas de todos aquellos “que buscamos
todavía/ el rostro de la luna/ en la superficie aceitosa/
de los charcos.” De esa forma, apoyándose en una rigurosa
dosificación de señales, ritmos, insinuaciones
y recursos, la apasionante aventura poética se torna
fotográfica y etérea en partes iguales, con un marcado énfasis en el detalle minimalista y metonímico.
Frente a tanto experimento hermético, donde la forma
pretende cerrarse sobre el núcleo del mensaje, la
poesía de Palma –estratégicamente enfocada sobre el
Hombre y su destino– busca su residencia en la sencillez
de esos andamios recurrentemente aludidos, reivindicado
escalón hacia el cielo más terrestre del que se
tenga noticias. Hay, al respecto, en estas páginas, una
honda reflexión –tan compasiva como rebelde, tan lúcida
como sobriamente lúdica– donde los propios versos
establecen espejos y manifiestos: “Esto que escribo/ no
es un poema/ sino una declaración urgente/ del estado del
mundo.” Esa morada, esquina de barrio, y a la vez globo
terráqueo, resulta el eje central de una visión poética
perfectamente organizada, una suerte de nave a la
deriva donde se juega hoy la historia de la humanidad. “Este es el tiempo que nos toco vivir.”, se nos dice, dejando
en claro que no se trata de transcurrir con resignación,
sino de comprometerse con nuestro
tiempo, de la forma en que
lo hacen “ Los que sueñan volar/
como los pájaros./ Los que sueñan./
Los que tienen la cabeza llena de
pájaros./ Los que tienen pájaros en
la cabeza.”; y como también lo forjan
(apostando al vuelo su propia
existencia) “Los que abandonan/
el confort y las estufas/ y en pleno
ataque de asma/ se marchan a la
selva/ para cambiarlo todo./ Para
cambiarlo todo./ Para cambiarlo.
”
Lejos de los jets y las altas torres
con nombre de diamante, desde
la sencilla y compleja altura del
obrero, el vuelo emprendido por “Lugar de las utopías” es una confesión
y un deseo. Una búsqueda única, plagada de múltiples y originales
hallazgos. Entre lo que nos es impuesto, y lo
posible, Palma coloca con destreza la utopía, la suya, la colectiva, ese campo fértil a la poesía y a la vida, como
para recordarnos de quién será el futuro.
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