Quiero creer que los hombres
no mueren lejos de su patria.
Que los cielos de la infancia,
aquellos ojos, las tardes
que respiramos tu y yo,
las rejas de los patios
encendidos donde te besaba
viven aún en la memoria
del aire.
Quiero creer que aguardan
la sombra fresca de un
verano para regresar
o acaso cansados
de esperar el milagro
de la sangre
siguen soñando
el sueño de los locos
tan testarudos
como esos muertos
que atados a la vida
se resisten
con los huesos
a ser leyenda. |