Se ven caras
pero no corazones / mucho menos
el corazón astillado
del dueño del martillo / del lejano
hombrecito del andamio
(manos pequeñas / sudor casi
imperceptible / latido
endemoniado al borde del abismo),
solo en su barca vacilante
solo en su cuna de tablas
y hierro
en su féretro móvil
inquieto como un péndulo
como una cometa extravagante
en los remotos cielos
de la ciudad que arde
entre humo / bocinas / pájaros
que huyen en medio de la lluvia
entre los golpes del martillo
que suenan allá abajo
para millones
como dulces notas musicales
cayendo del cielo. |